Aquí está el proceso representado en sólo unos pasos:
1. Los componentes del plan. La finalidad del plan de seguridad es reducir tu riesgo. Por lo tanto tendrá como mínimo de tres objetivos, basados en tu evaluación de riesgo: Reducir el grado de amenaza que estés experimentando; Reducir tus vulnerabilidades; Ampliar tus capacidades. Resultaría útil que tu plan también incluyera: Planes preventivos o protocolos, para asegurar que el trabajo cotidiano se lleve a cabo bajo unos estándares de seguridad (por ejemplo, cómo preparar una denuncia pública o la visita a una zona remota). Planes de emergencia para tratar con problemas específicos, como por ejemplo, una detención o una desaparición.
2. Responsabilidades y recursos para implementar el plan. Para asegurarse de la puesta en práctica del plan, debemos integrar la seguridad en las actividades laborales diarias: Incluir regularmente en las agendas de trabajo una evaluación del contexto y los puntos de seguridad; Registrar y analizar los incidentes de seguridad; Asignar responsabilidades en seguridad; Asignar recursos, es decir, el tiempo y los fondos, para seguridad.
3. Diseñar el plan – por dónde empezar. Si has realizado una valoración del riesgo de un defensor u organización, seguramente tendrás de una larga lista de vulnerabilidades, varios tipos de amenazas y un número de capacidades. Es prácticamente imposible cubrir todo al mismo tiempo. Así que ¿por dónde empezar? Es muy sencillo: Selecciona algunas amenazas. Da prioridad a las amenazas que has enumerado en la lista, ya sean actuales o potenciales, utilizando uno de los siguientes criterios: La amenaza más seria – las amenazas de muerte, por ejemplo; O la amenaza más seria y probable – si otras organizaciones similares a la tuya han sido atacadas, ésto representa una clara amenaza potencial para ti; O la amenaza que más se aproxime a tus vulnerabilidades – porque corres un mayor riesgo con esa amenaza específica.
Haz una lista de las vulnerabilidades correspondientes a la lista de amenazas. Deberías centrarte primero en estas vulnerabilidades, y recuerda que no todas las vulnerabilidades están relacionadas con todas las amenazas. Por ejemplo, si recibes una amenaza de muerte, no resultará muy práctico empezar a mejorar las puertas de tu oficina del centro de la ciudad (a no ser que se te pueda atacar fácilmente en la oficina, que no suele ser el caso). Podría resultar más práctico reducir tu exposición durante tus desplazamientos de casa a la oficina o durante los fines de semana. No es que mejorar las puertas no tenga importancia, pero esta acción en concreto seguramente no reduzca tu vulnerabilidad ante una amenaza de muerte. Haz una lista de las capacidades que posees que se correspondan con la lista de amenazas. Ahora estás en posición de centrarte en las amenazas, las vulnerabilidades y las capacidades seleccionadas en tu plan de seguridad, y puedes estar medianamente convencido de poder reducir tu riesgo empezando por el lugar adecuado. No olvides que este es un sistema ad hoc para diseñar un plan de seguridad. Existen otros métodos “formales” para hacerlo, pero este método es sencillo y hace que te centres en los temas de seguridad más urgentes – siempre y cuando tu evaluación de riesgo sea correcta – y que consigas un plan “activo” y “real”, y esa es la parte importante de la seguridad –
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